4/09/2017

No soy mía, soy de otra

3:30 AM.
Aimi termina su teta y se duerme sobre mi pecho. No me molesta, no cuento los minutos para pasarla a la cuna. Despacio, para no despertarla, me deslizo hacia abajo hasta alcanzar la posición en la que voy a estar las próximas dos o tres horas, quizás cuatro.
No pasa mucho hasta que Aimi se retuerce. Otro cólico. Tenerla cerca me permite hacerle masajes y susurrarle al oído. Ella no abre los ojos, no necesita hacerlo, sigue durmiendo. De estar lejos, el dolor la hubiese despertado y estaría llorando. Ahora la molestia cedió.
Mis manos no son mágicas, mis palabras no lo son, pero quiero creer que ese "ya pasa, ya pasa" mientras le masajeo la panza la hacen sentirse acompañada... ¡y cómo ayuda eso! En el dolor, en la alegría, mamá siempre va a estar.

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