12/16/2009

Sucesos desafortunados

Tengo tanto enojo que siento náuseas. Experimento un desprecio tal que voy a vomitar los restos deshechos de esta sociedad indigesta y los voy a dejar flotando en el caldo viscoso de su propia podredumbre… No pasará mucho tiempo hasta que aparezca algún infeliz y devore esos restos –extasiado- como si se tratase del más delicado manjar, mientras sus ojos me devolverán una mirada de agradecimiento por haberle ofrecido parte de esa eyaculación miserable y fétida… Entonces yo le diré con dulzura: “No necesitas agradecerme, hermano mío, mi alma bella no hizo más que devolverte parte de lo que me has dado”.

Fragmento de La magnífica batuta del Director, de Humberto Dib.

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